3. Estoy enfadado porque…
El compañero no sabe cómo ves las cosas. Puede decirte lo que no le gusta, pero pasa por alto lo que tú ves como un problema. Así que debes explicarle cómo es la situación desde tu punto de vista.
Por ejemplo, en la historia de los auriculares, podrías decirle que la mejor forma de relajarte después del trabajo o de clase es escuchar música. Pero no quieres poner el volumen al máximo para no molestar a tu pareja. Al fin y al cabo, sabes que a él le gusta el silencio. Y te duele que ni una sola vez antes de la disputa no haya hablado del problema, y hoy haya estallado de repente. Así que el conflicto ha empezado de repente para ti.
Di todo lo que creas necesario, pero intenta hacerlo correctamente. Habla con calma y amabilidad. Vuestra tarea ahora no es ganar en la competición «a ver quién lanza más acusaciones contra el otro», sino compartir con los demás vuestra visión del problema.
Así que recuerda tres sencillas reglas:
Hablad sólo de la situación de hoy. No recuerdes lo que pasó ayer o el otoño pasado: ahora es innecesario.
Utiliza «mensajes-yo» en lugar de «mensajes-tú». Es decir, di: «Me siento mal… / Me estoy enfadando… / Me cuesta contener la rabia porque…». Y trata de evitar frases como: «Es culpa tuya, siempre metes la pata». Sobre todo, no utilices un lenguaje acusatorio como «¡Estás diciendo tonterías! Deberías aprender a ser educado!». De lo contrario, la discusión continuará.
Da hechos concretos. No digas: «Estoy enfadado porque siento tu indiferencia, pero no veo en absoluto cuidado y atención». Estas generalizaciones sólo harán que la pareja se ponga a la defensiva y, desde luego, no ayudarán a afrontar los desacuerdos. Es mejor decir: «Me molesta que empieces a hablar de auriculares gritando».
Los principios segundo y tercero también son buenos porque es difícil formular un mensaje yo correcto en un estado de enfado u ofensa. Esto significa que tendrás una buena razón para calmarte y analizar la situación con sobriedad.
4. No quería hacerte daño
Es poco probable que cada uno de vosotros se propusiera a sangre fría golpear al otro lo más fuerte posible. Lo más probable es que ambos os estuvierais defendiendo y no tuvierais intención de hacer daño a vuestro ser querido. El hecho de que no querías hacer daño a tu pareja también merece ser mencionado. Esto os ayudará a ambos a bajar mentalmente vuestros escudos y a aflojar los puños.
Si quieres escuchar palabras similares de tu pareja, pídele que lo haga. Podrías decir: «No tenía intención de hacerte daño. Tú tampoco, ¿verdad?». Si tu pareja te confirma que no guarda ninguna piedra a sus espaldas, ambos os sentiréis aliviados. Esto os ayudará a reconciliaros más rápidamente.
Y si te parece que tu pareja no es sincera sobre la ausencia de intenciones agresivas, recibirás una señal: algo tiene que cambiar en la relación.