Hay una diferencia entre aquello por lo que nos peleamos y aquello por lo que lo hacemos. La carta del conflicto te muestra la verdadera causa subyacente del desacuerdo y te ayuda a resolverlo. Por ejemplo, os peleáis porque hay platos sucios en el fregadero. Llevando la disputa paso a paso, puedes descubrir que uno está dolido no por el hecho de tener platos y tazas sin lavar, sino por el hecho de que no puede confiar en su pareja en asuntos domésticos. El otro, por su parte, empieza a discutir no porque no quiera fregar los platos, sino porque siente que no se valora su aportación y no se le da la oportunidad de hacer las tareas a su manera.
Comprender las motivaciones del otro sienta las bases para resolver los conflictos. Cuando dejas de criticar y prestas atención a los deseos y necesidades de tu pareja, empiezas a hablar de otra manera. Podéis discutir la situación y encontrar juntos la manera de satisfacer las necesidades de todos. Así, la pila de platos sucios en el fregadero no volverá a causar tensiones en la relación.